lunes, 8 de diciembre de 2008

MARISA

Por qué Marisa cada mañana se sienta en la misma mesa del mismo bar de Santa Fe y Coronel Díaz con su cortado, su Nación, y observa calladamente el sol calcinante del verano cayendo sobre la vereda.
Será verdad qué Marisa no escruta ningún rostro, no ansía un ser humano qué se siente en el extremo opuesto de su mesa, pida una cerveza tirada en un vaso gigante y helado y le acaricie la mano mientras le cuenta de la oficina y qué hoy llegará tarde.
Mi amiga Marisa no fuma, así que no puede encender cigarrillos mientras piensa cómo encarar el día calcinante, cómo asir ese aburrimiento que le trepa por las piernas, ancla en su sexo una congoja acalorada y le da ese rubor especial a su rostro, mientras el mozo cuenta las monedas.
Mi amiga Marisa está dispuesta, como todos los días, como cada mañana, a abrir su boutique del Alto Palermo y olvidar, por diez inmensas horas, que la vida le estalla.

3 comentarios:

Ricardo Fasseri dijo...

Buenísimo el post! me encantó esa descripción que trasmite tanto vacío inconciente que hasta me hace doler el alma... Miles de personas viven la vida olvidándose de ella... conmueve! espero que no me suceda lo mismo! ja.

Anónimo dijo...

"ese aburrimiento que le trepa por las piernas", "ancla en su sexo" y otras imágenes... simplemente hermosas. Gracias.

Sergio Bonomo dijo...

Ricardo: No creo que a vos te ocurra lo mismo. Por lo poco que te conozco se nota que sos un tipo de acción. Jaja.
Rosario: Me alegra muchísimo que ciertas imágenes te hayan gustado.
Gracias a los dos!!