jueves, 11 de diciembre de 2008

HIJO DE ESTA CIUDAD

A veces pienso que esta ciudad cobra sus víctimas por puro placer, y pienso, también, que es verdad aquello que dice que Buenos aires nos devora por dentro. Es que existe un simulacro lastimoso, una forma opuesta de perdón y olvido desdoblándose en una llameante y fugitiva sombra: El porteño.
Muchas veces, en los cafés que frecuento cuando la noche traga su última luz y el ruido de los bondis denuncia que la ciudad está a punto de dormirse, lo veo con sus ojos fijos en una cerveza o en un periódico a esa altura obsoleto; y puedo entenderlo, puedo entender y comprender a ese tipo descarnado, hijo de esta ciudad, que aunque busque no encuentra y cuando encuentra es demasiado tarde.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta como decís.
Los porteños sin duda, tienen sus particularidades, y si, en esta ciudad se respira a menudo mucha soledad.
Esta ciudad gigante y anónima, suele pulsearte para convertirte en una sombra fugitiva.
Traigo "cultura de pueblo", donde también existen soledades, y como decís, aunque uno busque no encuentra, y cuando encuentra es demasiado tarde.
Lo que no hay allí, son largas noches de café, ni la denuncia de los bondis, poniendo a dormir a la ciudad.
Alli las soledades se esconden entre cuatro paredes.

Magah

Sergio Bonomo dijo...

Es verdad, Magah, lo que decís. Conozco algunos pueblos y también sé lo que es una plaza de pueblo a la hora de la siesta. Y sólo alguien que viene de un lugar más tranquilo que este puede entender como la ciudad te pulsea (es así,diste con la palabra exacta). Quien nació en Buenos Aires ignora que la ciudad está probando tu temple a cada rato