miércoles, 11 de noviembre de 2009

Las Bandas Eternas



  Nuestro amigo, Pechito Argentino, estuvo en el concierto de Serú Giran en la Rural.
  Fue ahí que escuchó por primera vez aquello de "la fiebre de un sábado azul/ y un domingo sin tristezas".
  Dicen que era —en aquel tiempo—  un pendejo de catorce, con el peinado taza, y unos jardineros Lee medio desteñidos y rotos.
  Dicen, también, que el mundo andaba recién nacido entonces, y la vida se brindaba como un mar de posibilidades infinitas.
  Pechito también presenció la unión de Jade y Serú en Obras, allá por los ochenta. Y cuentan que cuando vio al Flaco tocar junto a Charly, en medio de la metralla violeta de los flashes, lloró de emoción.
  Estuvo —a disgusto, afirman— en Ferro, cuando García bombardeó Buenos Aires, y pensó que a veces la gente tiene derecho a cambiar (¡Gracias, Fiorucci!).
  Bailó en el Luna de Clics Modernos, resignado, pero esta vez feliz. Y se extasió definitivamente en el Luna de Piano Bar, ahora sí, ya convencido y converso, ya del todo fanático, saltando sobre las butacas marrones.
  Y más allá del mérito que se arroga cierta gente de haber asistido a lugares y eventos legendarios, dicen que Pechito no se jacta. Al contrario. Admite que su único mérito consiste en arrastrar los años suficientes como para haber vivido tantos hitos, que no eran tales cuando sucedieron.
  Aquellos conciertos no significaban entonces lo que el paso del tiempo después los transformaría, dicen que dice.
  Y dicen que dice que eran sólo eso: conciertos.
 Sacar la entrada, pasar un lindo momento, escuchar buena música. El tiempo lo ha convertido en lo que son ahora, y los ha mejorado para la memoria.
  Lo fuimos a visitar, para que el mismo nos cuente.
  Y Pechito nos cuenta, y ya por el final, nos muestra un as en la manga.
  Sonríe: un prestidigitador de sueños que quiere revelar su mejor truco.
  Nos invita a pasar a su búnker, un altillo en Palermo Viejo, sobre Honduras.
  Abre un cofrecito de plata, y extrae un par de entradas.
  Vuelve a sonreír.
  Esto si que será un mojón —nos dice—,  a esto no lo transfigurará el tiempo, ni el tiempo le dará carnadura de leyenda. Esto "ya" es la leyenda hoy, antes de que ocurra.
  Y nos muestra las entradas para el 4 de diciembre, en Velez Sarfield: Spinetta y las Bandas Eternas.
  Me quedo pensando en tanta gente que dice haber estado en donde nunca estuvo.
  Imagino aquel millón de personas que en una encuesta afirmó haber delirado con el "Adiós Sui Generis" que sólo albergó a 50000.
  O los miles que conocieron a Tanguito o charlaron con Luca en una mesa de bar.
  Sin contar, por supuesto, los asistentes a woodstock, que ya superan la cantidad de habitantes del mundo.
 Y pienso, también, que el concierto de Spinetta, con sus bandas eternas, es una buena oportunidad para aquellos que gustan de los Grandes Mitos.
  Sin dudas, habrá un antes y un después.
  Humildemente les aviso, antes de que suceda.
  Abrazo spinetteano.

4 comentarios:

Carlita dijo...

vamos las bandas... eternas!
Me llega, me haces acordar a la columna del Sí de Clarín, de hace siglos, Buenos Aires Me Mata, de Laura Ramos.
Sutileza lingüistica que me transporta..."el tiempo lo ha transformado y lo ha mejorado para la memoriA"...
gracias por el momento.
bs

Jorge Juan Morante dijo...

Hola:

Un blog muy interesante.

Saludos desde la Comunidad PTB,

Jorge Juan

Maga h dijo...

Acuerdo con Carla..."bandas eternas" y gracias por el momento Sergio.

Un abrazo

MAGAH

Sergio Bonomo dijo...

Carla: Gracias por el comentario.
Me acuerdo de aquella columna de Laura Ramos del Sí. Estaba muy buena. Es muy probable que alguna influencia tenga en estas historias, porque me gustaba la manera de escribir de Laura. Muy perspicaz tu observación.

Jorge Morante: Gracias por el elogio. Sos de la comunidad PTB y quisiera saber si tenés un blog para poder visitarlo.Clickié en tu nombre pero Blogger no me permite acceder (lo mismo me sucede con Carla).

Querida Magah: Siempre es un placer y una alegría que vengas por aquí.
Cómo crecieron tus blogs, amiga. Eso también me alegra muchísimo