An sonríe y me guiña un ojo. Las observa:
cuarentonas ellas, separadas las tres y ¡ay! con esa juventud que les sobrevive en el alma, pero se les escurre del cuerpo.
Augusto Azcuénaga Echagüe, amigo de An, empresario cincuentón, organizó una fiesta el domingo, en su campo de San Pedro, para celebrar el día de la bandera.
Augusto es patriota, bonachón y, aunque parezca mentira, peronista.
— Venite con quien quieras —le dijo a An, y ella invitó a las bebotas.
Tendrían que haberlas visto a las tres, con sus cabecitas rubias, oxigenadas. Con las pieles lánguidas por culpa de la dieta, ansiosas, neuróticas, fumando a rabiar, intentando que el espejo devuelva una imagen imposible.
Días antes, ellas se asomaron a la cuenta Facebook del tipo, y se metieron en sus álbumes de fotos. Admiraron allí el campo de San Pedro con su sembradío de soja y la enorme caballeriza. Pero también la casa en el country de Tortugas y el piso de Belgrano, frente a las Barrancas.
Aunque lo que más las atrapó del tipo fue su pose de ganador: traje Armani, sonrisa sobradora, blanca y abundante cabellera.
La fiesta en el campo se largó a eso del mediodía.
An las presentó a Augusto y ellas quedaron extasiadas. Sofía, la hija del anfitrión, las relojeó con ironía.
Muchos invitados. Asadito criollo, vino, cuerpo de baile para entretener a los presentes y por la tarde jineteada.
Frío a morir.
Ya entrada la noche, Augusto reunió a todos en un escenario improvisado. Tomó el micrófono e hizo el anuncio:
—Vení Brenda —dijo con una sonrisa.
Y Brenda apareció, y el mundo dejó de existir: Alta, rubia natural, joven, soberbia bajo la luz de las primeras estrellas.
—Vení Brenda —dijo con una sonrisa.
Y Brenda apareció, y el mundo dejó de existir: Alta, rubia natural, joven, soberbia bajo la luz de las primeras estrellas.
Él la tomó de la mano y oficializó el noviazgo con la mejor amiga de su hija.
Después hubo aplausos, gritos de alegría, fuegos artificiales preparados para la ocasión, y comenzó a sonar, como en un dulce sueño, What a Wonderful World.
An sintió, en ese momento, las miradas de las bebotas clavadas en su espalda, y un intenso calor le abrazó el rostro.
Desde ese día, ni Juli ni Perla ni Lorena volvieron a dirigirle la palabra.
La imagen es "Mujer frente al Espejo" de Chanlatte
7 comentarios:
Salieron de cacería y se quedaron sin presa. Ja ja...
Muy bueno!!!
MAGAH
Jaja!
Muy bueno, me encantó!
Siempre contándonos tan bien esas pequeñas realidades cotidianas. Gracias! Disfruto mucho al leerlas.
Abrazo:)
Ángela.
ja ja muy bueno !!! y tan real, quien no conoce alguna persona que se identifique claramente con las caracteristicas de alguno de los personajes. Buenisimo!
Any
Magah: Eso nos sucede a menudo a los seres humanos.
Qué bueno, Magah, verte por acá.
Un abrazo.
Angy: Gracias. Gracias por estar siempre, por leer y por inspirarme.
Un abrazo.
Any: Qué lindo qué pasaste por el blog. Muchas gracias. Una alegría enorme. Y sí, son poersonajes que abundan, ¿no?.
Un abrazo
muy bueno! cualquier parecido con alguna realidad......
abrazo!
Gracias, Marianch.
Gracias por pasate por aquí.
un abrazo.
Muy bueno, gracias por traerme hasta aquí, te leí y me gustó, y pues bueno... contaste algo que a menudo, muy a menudo sucede entre las cuarentonas y hasta entre las veinteañeras... cuando la envidia nos corroe jajaja
Un abrazo
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